viernes, febrero 09, 2007

Dale campeoooon, dale campeoooon, dale campeoooon, dale campeoooon


La vida del hincha es jodida, digo del hincha posta, que no falta a ningún partido de su equipo bajo ningún concepto. Las finales del basketball fueron de mucha actividad para los fanáticos y había que armarse con lo que pintara para alentar al equipo de la playa.
Como enviada especial de este blog (y con carnét de socia malvinense en mano) me tomé el trabajo de entrar al Cilindro y mancarme los 35º para traerles la crónica de las reñidas finales de basketball que tenían a Biguá y Malvín como protagonistas.


Mas allá del papel picado y de los rollos de papel, había que usar la creatividad, todo iba a salir en la tele (gracias Paco una vez más por comprar los derechos de todo lo que se cruza por tu ñata) y había que encarar. Bolsas de papel picado y rollos de la caja de algún local de Abitab se iban repartiendo por toda la tribuna, cada una de las 7.000 personas quería tener algo para tirar. Yo como tengo perfil bajo no llevé nada de mi club, ni azul, ni blanco, ni la bufanda del playero, ni llavero, ni pegotín, ni remera, ni bandera, nada. Por eso me sentí la más desubicada de remera negra, pero bueno, me voy acostumbrando a ello.

Los inadaptaditos de siempre empezaron a tirar los rollos sin desplegar y antes de que empezara el partido, por lo cuál varios heridos sufrieron con el rollo en el ojo y en la cabeza. Puteadas desde el primer anillo hacia el segundo llovían con razón.

Luego llegaron los globos, había que inflar de lo lindo, esta parte la evité, no soy buena con el aire a pulmón. Banderas verticales y las comunes se empezaban a colgar, destaco una que era buenísima lástima la falta de ortografía: “U.A: te keres matar”, la idea bárbara pero querés con K??? que invento era eso? Alguien por ahí diría que es producto de los mensajes de texto, el msn y el ipod en la que se mueven las nuevas generaciones.

Después fue el turno de repartir las sombrillas, si, sombrillas de esas para la playa, haciendo honor a que a Malvín le dicen “la playa” estuvo bien la idea de llevarlas, siempre y cuando sean azules y blancas obviamente. Yo quería una así después la luzco en las playas rochenses pero no me dieron, debe ser porque rechazé el globo, no sé.

Lo creativo de la cuestión viene acá: una bandera de no se cuantos metros por no se cuantos otros metros más se desplegó para cubrir parte de la parcialidad malvinense (siempre quize decir parcialidad), bandera azul, blanca y azul con el escudo en el medio. Impresionante, aplausos y solamente aplausos (ta bien, algún grito capaz que se puede) para los valores que se pasaron horas en la cancha de la institución haciendo la banderita.

No solo eso, sino que en la final número 3, en la que Malvín se perfilaba como campeón si ganaba el match un importante dispositivo de aliento se puso en marcha. Envidia de cualquier cuadrito de NBA, la idea consistía en armar la bandera de Malvín con cartones cuadrados que cada una de las personas ubicadas en el primer anillo levantarían cuando el organizador diera la orden, que sería: “caartoooooneeess”. Para que quedara bien formada, a los espectadores que poseían una cinta pato pegada en su asiento les correspondía un cartón blanco, a los que no, azul. Salado bien! Terrible organización de los gurises, hoy te organizan esto pero mañana están armando una Fiesta de la X!

Hasta aquí la primera entrega. Cooming soon: el estrés del final final (menos el último segundo que no se jugó), si fue falta o no, la preocupación de Sonsol cuando se le vinieron todos encima y los merecidos festejos.