domingo, junio 25, 2006

la última cena

Me gusta esta foto. No solo porque la saqué yo en un momento de inspiración y desestrés en La Paloma, sino porque tiene todo el arte y me hace acordar a un día de aventuras con dos de mis compañeros de viaje. En enero solemos ir a acampar a La Pedrera (no me voy a extender en historias del camping propiamente dicho porque se haría muy extenso, lo dejo para futuros post) con un grupo de individuos que cada vez es más grande. Y si, la gente se nos suma y nosotros solo hacemos una pequeña prueba de ingreso, que si la pasas estás adentro sin pagar arancel extra.
Volviendo al día de la foto: todo comenzó al mediodía cuando arrancamos en patota (éramos siete ese día) a recolectar mejillones que por la noche estaríamos degustando debido a mi partida hacia la capital en la siguiente madrugada, digamos que era mi última cena como acampante oficial, por lo menos hasta el próximo enero. En la playa todo lindo, juntamos los mejillones, bueno, no les voy a mentir, yo no junté mucho era mi ultimo día y quería tomar un poco de sol tranqui en la arena (además los junta mejillones estaban a las puteadas limpias, se resbalaban en las rocas, incluso una de las participantes tuvo un principio de resbalón en las rocas que le provocaron un gran moretón en la pierna que creo hasta el día de hoy cuenta con dicho color violáceo en la gamba).

Luego de juntar los mejillones y cargar con ellos (son pesados! dicen... yo no los cargué, para eso estaban los hombres de la barra) fuimos a otra yapla, más linda donde tomamos los respectivos baños y nos tiramos en la arena. A esta altura el hambre se estaba haciendo sentir, así que estábamos debatiendo si almorzar en el camping o en otro lado. Para peor, yo tenía que ir a La Paloma (como a 7km de La Pedrera, si mal lo recuerdo) a marcar mi pasaje para esa madrugada, y mientras mas tarde fuera se iba a complicar para conseguir lugar.
Después de un largo debate al mejor estilo de los debates de Código País (mírenlos, son buenísimos) decidimos que yo y dos amigos más íbamos a La Paloma, y los cuatro restantes, iban al camping y ya de paso aprovechaban para ir limpiando los "meji"... si, los re clavamos.
De La Pedrera a La Paloma no hay otra que ir a dedo, o a dedal como se dice por ahí. Éramos dos mujeres y un hombre. A pesar de la simpatía que irradiábamos y lo divinos que éramos no nos levantaba ni el loro. Pasaban autos y camionetas de todo tipo, color, y chapa y nada, nos ignoraban.

Después de casi una hora, nos paró una señora. Nos acercó hasta Costa Azul, faltaban 5 km para La Paloma. Nosotros ya estábamos con un hambre bastante importante y con calor, que intentábamos aplacar bajo un árbol, turnándonos para que mientras uno descansaba, los otros dos laburaban para el dedal. Pasaban los minutos hasta que finalmente, llegó lo que estábamos esperando: una terrible camioneta porteña manejada por una joven, igual de porteña quien paró para preguntarnos a donde íbamos, en realidad, como hoy estoy muy honesta reconozco que paró porque el único varón del trío se encontraba haciendo dedo en ese momento. Mi otra amiga y yo estábamos tiradas bajo la sombra del árbol. Incluso, ella llegó a insinuar cuando vio venir la terrible camioneta, que no nos iba a llevar, que no se gastara en hacer dedo. Por suerte mi amigo se tenia fé y estiró el brazo con su dedo pulgar apuntando el sol.

La porteña para y nos subimos. Poca onda la flaca, no habló nada, cosa rara porque todos los que hacen el bien de trasladar a unos pobres pibes que no tienen guita para el "Andresito" (bondi que va desde La Pedrera a La Paloma) son de conversación fácil.
La camioneta tenía todo el lujo, asientos de cuero beige, trancas automáticas y vidrios que se bajaban y subían según el gusto de la conductora. Así viajamos, mirándonos entre nosotros y vichando todo el lujo de la camioneta.
Cuando nos acercábamos a la terminal, la conductora rompe el silencio: "chicos ¿los dejo en la cot?", pregunta con un tono muy aporteñado que mi amiga imita a la perfección. Supusimos que la cot era la terminal así que contestamos afirmativamente y llegamos a destino.

Eran las 7 de la tarde y el hambre se hacía sentir, queríamos comer algo a toda costa. No había un maldito lugar que nos vendiera un almuerzo o similar. ¿Tan raro era almorzar a esa hora?. Para nuestra fortuna, encontramos allá perdido un carrito, preguntamos tímidamente si tenía algo para alimentar nuestros cuerpos y neuronas que ya estaban por colapsar. El dueño del carrito estaba sentado afuera del mismo, en una silla cómodamente, así que sospechábamos que otra vez nos iban a negar el plato de comida. Pero por suerte tenía, nos preparó unas buenas hamburguesas completas al pan que comimos en 3 segundos. De postre unas torta fritas rumbo a la playa.
Después había que volver al camping, volvimos a por más tortas para el viaje y ya de paso garroneamos yerba y agua pal mate.
Tuvimos suerte a la vuelta, el dueño del camping pasó por la ruta y nos llevó. Nos esperaban los meji y algunos jugos Tang para acompañar, era lo que quedaba.
¿Los mejillones? impecables, lástima cobró varias víctimas que terminaron visitando en innumerables ocasiones al inodoro.

martes, junio 13, 2006

con el permiso del guarda y del conductor paso a entregarles...

Como vengo viajando en los medios de transporte capitalinos (léase ómnibus o bondi) desde los 11 años -antes solo subía al "autobús volador" del Parque Rodó- he visto bastante cosa, asi que me armé un Top Ten con los 10 momentos mas difíciles vividos sobre dichas ruedas y elegí una para contarles.
Quedaron afuera otras historias como: un bombardeo de piedras en el 113, un cantor que interpreta canciones de su autoría (realmente insoportable, siempre cantaba el mismo tema y apestaba, como cantante y compositor… hay testigos!), un perro que se subió de vivo al 427 y corría de un lado a otro del pasillo sin que nadie lo pudiera bajar, una piba a la que se la trancó la mochila en un asiento (se tenía que bajar pero no pensaba hacerlo sin su bolso, el guarda salió a su ayuda pero sin éxito) y una colada magistral que me mandé en un 64 a las 6 de la mañana.

Sin más preámbulos los dejo con la historia elegida, intitulada “Trifulca en el 427”.

Ubiquémonos en las 9.46 de la matina arriba de un 427 Paso de la Arena (también conocido por dar mas vueltas que el juego de las tazas del mismo Parque Rodó mencionado anteriormente) relativamente lleno. Auriculares al mango de por medio, asiento del lado de la ventanilla y sueño eran los factores que me aislaban de los acontecimientos que podrían suceder a mi alrededor.
Sin embargo, la voz fuerte de una mujer y movimientos de cabeza del resto de la gente intentando mirar para el sector del guarda, pudieron llamar mi atención. Bajo el volumen y acoplándome a la actitud del resto de mis colegas viajeros, me puse a escuchar lo que pasaba. Se había generado un ambiente de tensión que quebraba con lo cotidiano de cada viaje.

Al parecer, una señora había subido a dar a los somnolientos viajantes, un vital consejo sobre la vida y la fé, recomendando nos acercáramos a la palabra de Dios que allí estaba la salvación y bla bla bla. El recitado se vio interrumpido cuando una de las pasajeras, sentada en los primeros asientos del ómnibus exclamó (de forma tal que hasta el mas dormido se despertó de su siesta, sobrepasando la voz de Fernando Vilar, si el del informativo… iba escuchando su programa de radio) : “¡déjese de joder señora con la palabra de Dios! No puede ser que una va a trabajar tranquila y se tenga que bancar su sermón todos los días! ¡Todos los días se sube a la misma hora, porque no sube a otro ómnibus!”.
La doña quedó atónita e interrumpió su discurso quedando sin habla. Mientras, la otra, como si fuera una ahorrista del Banco Montevideo puteando a los Peirano a la salida del juzgado; seguía diciendo que era una falta de respeto, y que todas las mañanas subia a decir lo mismo.

La doña del sermón, se recobró del shock provocado por la repentina exaltación de la pasajera, y no se le ocurrió mejor idea que pedirle disculpas sellando el hecho con un beso y abrazo a la mujer ofendida!!!. Si, literalmente, sin metáforas, se abalanzó sobre la ofendida laburante intentando abrazarla para que se note que el pedido de perdón era sincero; la doña parecía como que se hubiera reencontrado con un familiar que no veía hace tiempo. Obviamente, la pasajera no quiso saber de nada con su demostración de afecto, y tratándose de sacar de encima a la sermonera le decía “¡salga señora, no me toque!”.

Ahí yo dije, bué… se armó la gorda acá mismo, pintó trifulca y hay que ponerse en algún bando. Por un lado, la del sermón no estaba jodiendo a nadie, es peor que suban a cantar temas de Montaner y desafinen (sin desafinar igual es jodido así que es lo mismo, saquen lo de desafinar). Pero la actitud de la otra tampoco es para desmerecer, hay que tener aguante para armar quilombo en un bondi, no es moco de pavo.
Mientras yo trataba de decidir mi posición, parece que el resto de los viajantes estaban en lo mismo. Un hombre desde el fondo gritó: “¡no jodan che, encima que estoy llegando tarde se ponen a discutir pavadas!”. A esto le siguieron varios comentarios como: “que ganas de armar quilombo” o “si, la verdad, yo tampoco quiero escuchar bolasos de la religión a esta hora”, entre otros. Los nuevos pasajeros que iban subiendo, miraban para todos lados no entendiendo un pomo, no sabían si era la realidad o una representación artística con el fin de recaudar fondos bajo el lema “el que desee colaborar lo puede hacer con cualquier moneda… cualquier monedita sirve” o “sigo entregando” (no, perdón, esta se usa en otros casos).

La quilombera intentando evadir el beso y abrazo, se levantó y se cambió de asiento murmurando insultos. La sermonera, con la cabeza gacha decidió bajarse del bondi.

Ustedes se preguntarán a esta altura, que hacían los que dirigen el transporte, los que te gritan: “boletoooosss” cuando te quieren cobrar y vos vas colgado/a de la puerta de lo lleno que está; el que te atomiza con las cumbiolas a todo lo que da a las 10 de la mañana, y los que gritan con una voz que no es precisamente de locutor de radio: “vamos señora!, un pasito al fondo que hay lugar, colaboren que hay gente que quiere subirrrr” (acompañado por un golpeteo, igual de molesto, de una moneda contra el pasamanos). El chofer ni se inmutó (esta bien, era consciente de que la mayoría de los pasajeros estuvimos esperando como 20 minutos en la parada), y el guarda observando toda la discusión, no emitió palabra alguna hasta que la del sermón se retiró.
Ahí si, se le acercó a la señora, quien seguía argumentando su disgusto para con la mensajera de la palabra de Dios, y le dijo: “la próxima vez cállese la boca, porque este es mi trabajo y yo dejo subir a quien quiero, si la dejé subir a ella usted no tiene porque decirle lo que le dijo”. Uuuuuh!! sos re groso guarda eeh!, pensé yo. Si decía eso con la otra señora presente lo agarraba a besos y abrazos a él también, hubiera estado bueno. A la mujer le importó poco el comentario imperativo del guarda y seguía emitiendo todo tipo de epítetos contra la doña del sermón, la religión, Dios, su trabajo, el calor que hacía, el guarda, el recorrido del ómnibus, el precio del boleto, etc.

La señora esta ya era parte de la VIP de ese 427, cada uno que se bajaba pasaba por su lado y la felicitaba o relajaba, ella copadísima, cumplió con sus minutos de fama.

lunes, junio 05, 2006

tengo blog viteh

Como me debo a mi público, ya que gracias a ellos soy lo que soy, he tomado la decisión de obtener mi propia página para intentar devolverles todo lo que me dieron. Bueno, está bien, reconozco que soy una famosa frustrada y como siempre quize decir la frase "me debo a mi público" ahora tengo este lugar para decir lo que se me cante y lo digo. Pero la posta, es que quedaba sospechoso tener adsl y no ser propietaria de un sitio web, space, fotolog y/o blog, asi que sucumbí ante el sistema, llené los formularios, escribí mi nombre de usuario, mi contraseña, elegí la plantilla y acá estoy, ocupando finalmente un humilde lugar en el ciberespacio.

Volviendo a lo de la fama, en realidad todavía tengo tiempo de llegar a la "Rolling Stone", la BBC, la CNN, o alguna productora de Hollywood: ahora tengo el preciado título de Licenciada en Comunicación (es mi blog y paso todo el chivo que quiero!) asi que el papel que prueba mis capacidades comunicacionales ya estará proximamente ubicado en la pared de mi cuarto junto al poster de Kill Bill. Digo proximamente porque aunque en febrero aprobé el exámen que me permitió egresar, aún no poseo tan esperado documento, es que lo tiene que firmar hasta el Papa creo y vagar por varios sectores de la universidad hasta llegar a mis manos.

Por el momento ha sido todo desde estudios, volveremos por el mismo canal cuando la noticia asi lo disponga. (si, otra frase que siempre quize decir, es que me sale la Blanca Rodríguez que llevo dentro).